Bienvenida, Locura, de nuevo.
Aquella libre en un principio, respetada y admirada como fuente de extraña sabiduría y transmisión de lo divino, incomprendida después, temida más adelante y sometida y encerrada al final. Objeto de estudio desde la distancia, con bata blanca, lupa, fonendo y leucótomo; blanco de las miradas, de las mofas, de las piedras.
Ay, Locura, cómo has sido estigmatizada, cómo tu nombre ha sido usado para designar algo oscuro, imprevisible e incontrolable. Cómo, de ser parte de la sociedad, te han transformado, en nombre de una verdad dogmática, en maldita, peligrosa…, excluida. Posesión demoníaca, oligofrenia, esquizofrenia, imbecilidad, neurosis, sinrazón, trastorno, enfermedad, ésos han sido algunos de tus nuevos nombres.
A estas alturas de siglo poca gente sabe que antaño, tú, Locura, además de ser aceptada en la sociedad, eras mensajera de lo auténtico, integrando lo mundano y lo divino. Hasta que apareció el temor por lo incontrolable, hasta que las enfermedades contagiosas fueron desapareciendo y no había quienes ocuparan los puestos marginados de la sociedad. A partir del siglo XV (mucho antes en Oriente Medio) comenzaron a excluirte y confinarte entre cuatro paredes, hasta bautizarte en el siglo XX como enfermedad del alma o enfermedad mental (viva Freud y sus tratados sobre la histeria). Desde entonces, has sido silenciada con etiquetas patológicas, castigada con duchas de hielo, camisas de fuerza, has sido electrocutada y lobotomizada para obligarte a actuar con normalidad.
¿Alguien se paró a plantearse que el peso de esos nombres, de esas connotaciones, ha dependido siempre de un marco conceptual? ¿Que tras esos conceptos reduccionistas hay fuertes implicaciones morales, religiosas, médicas y hasta políticas? ¿Alguien ve, aunque sea de lejos, la influencia del patriarcado que te impregna desde hace miles de generaciones?
Afortunadamente sí.
Autores y autoras van iluminando el camino hacia una liberación de los conceptos obsoletos y guiándonos hacia el uso de un vocabulario que implique incluir lo genuino y lo natural de ti, que nos ayude más a basarnos en la experiencia, más allá de un marco normativo u otro. Definir algo debería ser una manera de vivir, no de anular la vida. Porque por supuesto que no todas las manifestaciones psíquicas o emocionales son patológicas.
¿Seremos capaces de volver a ver a la Locura como una experiencia y no etiquetarla? En tanto que etiquetamos, juzgamos. ¿Quiénes somos para ello?
Y resulta que ahora estamos en un momento de verdadera locura. Todo se está poniendo del revés y está siendo un verdadero caos. ¿No es precisamente del caos de donde salen nuevas formas más genuinas y adaptadas a las nuevas situaciones que emergen? ¿Que, aunque sintamos que todo está fuera de control, para cada ser vivo se abre una nueva posibilidad de adaptación?
Nos abrimos, pues, a una actualización de la LOCURA que añada unas notas de frescura, espontaneidad y flexibilidad como antídoto ante la rigidez normativa que la ha venido sometiendo en los últimos siglos. Que estas intenciones sirvan de bálsamo reparador que permita que cada individuo pueda enfrentar sus propias etiquetas interiorizadas y se permita a sí mismo o sí misma evaluar qué es lo sano.
Una visión bondadosa de la locura que permita SER al ser humano, por favor.
¡Bienvenida de vuelta, Locura!
Acerca de nosotras y la Locura:
– Llevamos años de proceso personal tratando de romper los moldes tradicionales que han acotado nuestro sistema de pensamiento: “debes ser una buena chica, una abnegada esposa, una buena profesional”, “no puedes decepcionar a nadie”, “tienes que ser competente”, “Has de seguir el legado familiar”… Respetamos las estructuras que son necesarias en todo sistema, siempre y cuando no limiten el crecimiento de los individuos.
– Abogamos por la autenticidad y la transparencia con lo que somos y lo que queremos ser. Defendemos siempre nuestro derecho a la libertad de ser, sentir, expresar y moverse por el mundo, y respetando con ello la misma libertad de elección de las demás personas.
– Nos revelamos ante el concepto de Locura que creemos que ha bloqueado la autenticidad del ser humano en muchas épocas y generaciones anteriores.
– Entendemos La locura como una manera de vivir la vida que va más allá de las normas preestablecidas e instaladas desde chiquititas en nuestras mentes. Aunque este concepto ha sido usado durante siglos para estigmatizar, utilizamos el término locura como una mezcla de creatividad y valentía.
– Rendimos un profundo respeto a las Locuras que hacen sufrir, tanto a uno/a mismo/a como a l@s demás. Entendemos las acepciones de locura que, como forma de desconexión y desajuste de la realidad, merecen un abordaje profesional, riguroso y veraz para mitigar el dolor desproporcionado que ocasionen.
– Hacemos una reverencia humilde ante aquellas personas que sufren alguna patología mental/ emocional, ya que nadie más que ellas y las pocas personas a su alrededor que empatizan con ellas saben lo que se sufre. Nos inclinamos también con respeto ante aquellas que ni siquiera son conscientes de su sufrimiento.
– Hacemos una profunda reverencia también ante aquello que llamamos vida, destino, azar, herencia o suma de factores que confluyen en alguien para que desarrolle una patología o dolencia (ahora ya sea mental o física). Una reverencia ante aquello que es más grande, que no depende de nuestra voluntad, que no podemos controlar, sino que hemos de afrontar de cara.
– Y también lanzamos un zarpazo feroz – que a la vez es una caricia – hacia el miedo que hace que lo auténtico y espontáneo, en tanto que no se puede controlar, sea juzgado como algo peligroso.
– Nos detenemos a saludar a un miedo que NO nos detiene ante la vida, sino que nos ayuda a meditar nuestras decisiones y vivir acorde a nuestras posibilidades.
Respetamos a todas las personas que, como nosotras, alguna vez han experimentado un miedo paralizante por el cual todos los aspectos de la vida son oscuros callejones sin salida. Sabemos que, cuando la vista se acostumbra a la oscuridad, aquello que nos bloquea es un escenario interior en el que – si nos atrevemos a contemplarlo –, identificaremos formas y elementos familiares que nos pueden dar la clave para convertir una prisión en un terreno fértil donde ensayar nuevas formas. No a empujones, sino a impulsos orgánicos.
Respetamos también que, a veces, esos miedos nos superan y no podemos enfrentarlos. Sólo el hecho de sentirlos y asumir su existencia implica valentía.
– Defendemos la locura sana (la locura genuina y espontánea), como representante de variedades cultivables dentro de toda la paleta de colores y formas de los seres humanos. Hay que estar un poco loc@ para atreverse a SER.
Nos sentimos Locas en estas connotaciones y nos damos permiso para explorar esta posibilidad. Nos proponemos actualizar el concepto de Locura, dado que, además, es la época perfecta: la vida misma, el planeta (o quien sea), nos está poniendo de frente, a todos y todas, con el desafío de enfrentarnos o aliarnos con nuestros propios fantasmas que pueden ser, a la vez, nuestros ángeles de la guarda.
Nuestro deseo es explorar concepciones de locura que tienen que ver con la mirada honesta hacia el interior del ser, con lo espontáneo y genuino, con lo agradable y lo desagradable, con lo que nos es fácil y con lo que nos cuesta.
Aceptar nuestra locura sana, aquello que nos permite aceptarnos y crecer.
¡Bienvenidos de vuelta, locos, bienvenidas, locas!